Los comastas, alegres bebedores que cantaban y bailaban después de las grandes fiestas por las calles de Atenas, se encuentran entre los más conocidos exponentes de las copas de la tradición ática temprana. Ebrios y panzudos, vestidos con ropaje que facilita el movimiento y libera piernas y brazos, gesticulan fuertemente dos figuras a cada lado de una figura central. El pelo largo recogido en trenzas sobre las espaldas es típico de los jóvenes efebos que podemos considerar antecesores de los simposiastas de las copas de los siglos posteriores. El vaso es un ancho cuenco que descansa sobre un pie cónico y está rematado por un borde decorado con las familiares rosetas de Corinto, de donde proviene la forma. La primacía del elemento figurativo, tan característico de la cerámica griega, predomina sobre la decoración vegetal del vaso donde se utiliza el bello diseño lateral de palmetas y flores de lotos enlazados por roleos vegetales terminados en gráciles volutas, para enmarcar el conjunto humano. Este tipo de copa inicia la evolución ascendente de esta forma que culminará con los exquisitos ejemplares de figuras rojas en el siglo V a.n.e.